Juan de Sande [2017]


Es natural desear algo de luz.

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"Y dijo Dios "¡Que haya luz!". Y hubo luz.
Y vio Dios que la luz era buena, y separó Dios la luz de las tinieblas "
Génesis 1: 3-4
"No hay nada que expresar, nada con que expresar, nada a partir de lo que expresar, ninguna fuerza que expresar, ningún deseo que expresar, sólo la obligación de expresar."
Samuel Beckett

Quizá debería comenzar estas notas agradeciendo a Prometeo el regalo del fuego, sin el cual no podríamos preparar adecuadamente los alimentos, pasaríamos algo más de frío y seríamos ciegos durante las largas horas de penumbra, sin posibilidad de alumbrar. Alumbrar significa llenar de luz, que es en parte el objeto de mi último trabajo y de esta exposición. Digo en parte, porque lo que me interesa no es llenar de luz sino trabajar con luz, utilizarla con intención, es decir iluminar, que es un verbo en apariencia más delicado. Uno alumbra un estadio o un prado, no la sonrisa de un niño, esta se ilumina. No es extraño que un autor cuyo medio principal es la fotografía se interese por la luz. ¿Qué es si no la fotografía?

En la serie que hice entre los años 2005 y 2008 titulada En sombra en nada quise abordar el reto de trabajar con luz en la naturaleza como lo hacía en el estudio pero en lugares amplios, algo hostiles, alejados de contaminación lumínica, en total oscuridad. No se trataba de alumbrar el campo, que hubiera sido relativamente sencillo y poco interesante, se trataba de trabajar con luz en localizaciones en casi total penumbra, durante horas, para hablar de las posibilidades de lo visible, de la infinidad de alternativas que se pueden crear a lo ya dado.

En trabajos anteriores, como Punto de vista imposible, hablé de multiplicidad y simultaneidad de puntos de vista (algo que me recuerda al cubismo), y a partir de entonces, al no estar la obra excesivamente pensada de antemano, el proceso cobró mucha importancia. No me considero un autor procesual, pero el desarrollo del trabajo es muy importante, acción y visión, es decir, proceso y resultado plástico. Por último, para no alargar este preámbulo en exceso, en Y que los salmones canten por las calles, al realizar las 483 variaciones de aperturas y cierres de las puertas de un armario, con bastante rigor formal, resalté el hecho de que hay método en la locura, en la obsesión. Traté de hacer una obra que escapara al control de la razón, por el exceso de la misma.

Ahora presento Es natural desear algo de luz. Capítulo primero, que es el resultado de dos años de trabajo, aunque sospecho que esta nueva serie me va a ocupar mucho más; creo que es sólo el principio, de ahí "capítulo primero". Esta nueva obra es un paso más en mi interés en el medio fotográfico como tema de trabajo; siempre he dicho que el asunto fundamental del que trata toda mi labor como artista es el medio mismo, la fotografía. Esta nueva serie es fruto de conocimientos y experiencias de obras anteriores, no podría haberla hecho hace cinco o diez años: de hecho, comencé a bocetar y a buscar medios técnicos hace unos dos años pero hasta hace ocho meses no he estado listo para encerrarme en el estudio para abordar este capítulo primero.

He ido depurando el contenido de mis fotografías, cada vez más austeras, con repeticiones y ritmos mayores, así que parece lógico, es natural, comenzar a trabajar sólo con la materia que hace posible la visión, y por tanto la fotografía: la luz. En este ejercicio de limpieza decidí que, si trabajaba sólo con luz, tenía que ser como algo abstracto, usar la luz como objeto y no como instrumento —esto último ya lo he hecho y creo que a los artistas se nos puede exigir no acomodarnos. Cuando una idea ya ha sido bien resuelta plásticamente hay que continuar con nuevas cosas, no apoltronarse. Aunque también es cierto que algunas ideas necesitan para su correcto desarrollo una o dos vidas, ese no es mi caso.

El empleo de la luz es para los fotógrafos profesionales algo natural y mi intención con este nuevo trabajo es ir un poco más allá de su uso convencional, tomar como único elemento de trabajo la luz y estudiar sus posibilidades plásticas. En esta primera fase de la serie renuncié a hacer obra con "luz encontrada", es decir la que descubrimos en las diferentes localizaciones que vamos habitando. Este trabajo está íntegramente realizado en estudio.

Antes de contar cómo es el proceso de realización de las imágenes, me gustaría nombrar algunas ideas que han sido importantes para hacer esta serie:

Para terminar, brevemente, cómo construyo estas obras. El método es bastante sencillo (me ha costado meses llegar a él, pero lo atribuyo a mi tendencia a alargar los tiempos y a mi zoquetería): proyectar luz sobre un cartón de gran formato. No uso gobos ni otros medios de proyección de imágenes, lo que hago es ir amontonando, proyectando sucesivamente capas de luz. En función de la imagen en la que esté trabajando, el tiempo de exposición oscila entre diez y cuarenta minutos. Para tener un cierto control, en algunos casos utilizo unas cuchillas de recorte y unos cartones negros para delimitar el espacio. El resultado varía en función de la intensidad de la luz, del tiempo de exposición, de la forma de los haces y su superposición, del movimiento, en el caso de que lo haya... y, por supuesto, del tipo de luz empleada. Necesito un buen número de diferentes fuentes de luz: diferentes tipos de flash, proyectores de luz continua con y sin recortes, una luz estroboscópica para bodegones, un pequeño proyector de fibra óptica con diversos accesorios de control, dos focos led autónomos con control de intensidad, dos luces láser... Para las obras realizadas en color, gelatinas de colores y focos con diferente temperatura de color. Para poder trabajar en cada imagen sin urgencia, filtros de densidad neutra de distinta gradación. Hay una expresión que detesto pero ilustra bien, "pintar con luz", la detesto por que me parece que sitúa a la fotografía en un peldaño inferior y creo que no es así, yo no pinto nada con luz, sólo trabajo con luz. A mediados del mes de Marzo de este año, en pleno desarrollo de esta nueva serie, una noche tuve una pesadilla terrible, un señor o una señora, no lo recuerdo, se me acercaba y cogiéndome del codo me decía "es usted un artista enorme", siempre empiezan con halagos estos pelmas, " lo suyo, querido amigo, es ¡!fotografía de caballete!", aun no me he repuesto, al escribirlo, he estado a punto de perder el conocimiento, de pura grima, de inquietud. En otra ocasión hablaré de "los buscadores de caritas", es un tipo humano común en inauguraciones y eventos relacionados con las artes plásticas, solo decir que se caracterizan por encontrar todo tipo de figuras donde no las hay, y no dudan en compartir sus hallazgos con el pobre autor.

...De noche todas las sombras reposan. Aun los campos no han sido saciados, muchachos, ¡no cerréis las acequias!...

Nota: Agradezco a Rudolf Arnheim y a Giuseppe Di Giacomo sus ideas que me han ayudado mucho a aclarar y definir las mías.